TERCER FRAGMENTO SOBRE LAS CIEGAS EGOLATRIAS - José Revello

TERCER FRAGMENTO
SOBRE LAS CIEGAS EGOLATRIAS
“¡que cercos cerrados provoca la egolatría cuando toma mando de la personalidad! Comienza a verse centro del mundo. Sus palabras es ley a obedecer. Su crítica que no otra debe escucharse. La agresividad, falta de ética y perspectiva provocado son perturbadoras. La falta de criterio, apertura y liberalidad conduce a la agresividad, cerco y cerrada cárcel de las virtudes. La mala forma de conducirse, adaptarse y compartir. Es poder de la debilidad enfermiza que no se comprende. Es el cruel paso negativo de la vida. Es la pena de no vivir su luminoso lado opuesto. De perder trágicos y vanos días de una vida única e irrepetible, porque tras la muerte otras son la disyuntivas de la vida. Y tras esa otra vida los residuos en esa otra dimensión deben ser asumidos, vividos y reparadas, más si en esta vida fueron lazos de tiempo perdido no consagrado al altruismo por la comprensión de ser, ceder, dar y compartir. Las pautas de los principios de la creación determinan que las causas de actitudes reprimidas y mal ávidas, mientras no sean alejadas y dominadas, sus cercos detienen y encarcelan la criatura humana, impidiendo moverse a ningún otro plano mayor que, por consecuencia de su polo opuesto, su otra efectiva causa –abierta y amorosa comprensión- es liberador y dado en revelación. No existe medio de “dar un paso” a ningún lado, ni los costados ni arriba ni abajo. Porque siendo impedimentos materiales, peor son sus cercos invisibles y profundos mentales. El cuerpo físico queda en la tierra. El vehículo desaparece y deja de ser conductor. Por ser virtual en alma y espíritu trasciende y debe continuar no hay manera de retroceder ni negarse a seguir. Son como otoñales hojas caídas desnudando las ramas del árbol. No tiene su color ni hojas ni frutos. Pero no dejo de ser árbol. No deja de ser raíces en la tierra. Esta es la opuesta y diametral comparación de los oscuros cercos ególatras que de esta vida conllevan y se llevan….”
José Revello
Fragmentos de: “Mis tardes con Don Genaro”
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